Con la idea clara de llevar la intervención a la mínima expresión material, esta reforma consistió en desmantelar la fachada del edificio anterior (revestida de chapa y piedra) y diseñar una piel uniforme conformada con vidrios planos serigrafiados con topos blancos, separados unos 30 cm del cerramiento, que actuaría como cámara ventilada y que envuelven su perímetro incluso en el acceso al edificio.
Por detrás del vidrio se mantuvieron los huecos originales que continúan recibiendo luz y ventilación natural y permiten las visuales hacia el exterior a través del nuevo cerramiento semitransparente.
El anochecer y la luz interior revelan la posición de los huecos a través de una luz artificial, difuminada e imprecisa que se mezcla con los reflejos de las luces exteriores, el cielo y la ciudad que tiene en frente…